¡Qué Jalogüin ni jaloguin!… ¡La noche de difuntos!
Qué modernos somos, nos estamos globalizando a costa de perder nuestra identidad. Desde septiembre nos estamos encontrando en las tiendas calabazas, murciélagos y brujitas decorativas… Truco o trato, una treta… comercial claro.
La noche de difuntos ha sido sustituida por una suerte de verbena en la que disfraces y adornos que nos son ajenos, suplen nuestras costumbres patrias. Antes, en la Noche de Difuntos se contaban historias junto al fuego, eran leyendas como la que dio origen a “El Monte de las Ánimas” de Bécquer, o en los teatros se representaban obras como “Don Juan Tenorio” o “El burlador de Sevilla”. Historias con espíritus y aparecidos, con miedo y suspense… muy nuestras. Recuerdo con nostalgia cómo todas las noches del 31 de octubre nos sentábamos frente al televisor para ver Estudio 1, en blanco y negro, y su inmortal representación de Don Juan; sabíamos el final, sabíamos, incluso, muchos de los diálogos, pero era lo que esperabas, lo que sentías… y te seguía atrapando año tras año.
Y en Todos los Santos, postrero día, veo con asombro cómo cada vez cuesta más visitar a los fallecidos en sus cementerios. Lápidas y panteones languidecen en un abandono sistemático porque esta sociedad parece no querer encontrarse con la muerte, esa realidad con la que nuestros antepasados convivían a base de encontrársela de frente.
Somos cómodos en nuestra modernidad, aparcamos nuestros muertos y nuestro dolor entre blancos nichos, nuestro pesar queda escondido entre paredes de silencio y sólo con puntuales flores, y a veces ni eso; ocultamos la ausencia sin darnos cuenta que, manteniendo vivo el recuerdo, es como más cerca tenemos a aquéllos que se fueron. La muerte no es el final, como reza la canción de los caídos:
“Cuando la pena nos alcanza
del compañero perdido,
cuando el adiós dolorido
busca en la fe su esperanza.
En tu palabra confiamos
con la certeza que Tú
ya le has devuelto a la vida,
ya le has llevado a la luz.
Ya le has devuelto a la vida,
ya le has llevado a la luz.”

Licenciado en filología hispánica.
Cofrade, hermano Hermano de la Santa Faz de la Trinidad y de la Hermandad de Pasión de San Basilio. Perteneciente también a la Fraternidad del Santísimo Cristo de la Providencia.
Presidente de un club rugby de veteranos.
Apasionado por los medios de comunicación y las redes sociales.
Cordobés por la gracia de Dios y cordobesista por parte de padre.