“La fiesta de san Valentín viene a recordar esa belleza del amor humano, que forma parte de la constitución de la persona, y que está sometido a peligros y amenazas, también en nuestra época”. Sobre la trascendencia del amor humano reflexiona esta semana en su carta pastoral don Demetrio Fernández de cara a la festividad de San Valentín el próximo domingo, 14 de febrero.
Recuerda el prelado la figura del santo: “San Valentín es un sacerdote del siglo III, que se dedicó a bendecir matrimonios de jóvenes enamorados, sobre todo de jóvenes destinados a la milicia, y que es encarcelado y martirizado en la época del emperador Claudio II (a. 270). Pasa a ser patrono de los enamorados que preparan con ilusión su matrimonio”.
El obispo habla de la “atracción del hombre y la mujer” tras pasar la infancia, que van emparejándose para constituir nuevas familias”. Añade que esta es “la constitución fundamental del ser humano en las distintas latitudes a lo largo de los siglos” y que “esta realidad natural es iluminada por la luz de Cristo y es llevada a plenitud, haciendo que el amor humano se convierta en amor divino por el Espíritu Santo y refuerce los lazos de un amor para siempre”.

¿Amar para siempre?
Don Demetrio aporta su propia experiencia como sacerdote y pastor ante el deseo de los novios de amarse cada día: “Cuando he acogido a unos novios que expresan su deseo de casarse por la Iglesia, de que Dios bendiga su amor y su fecundidad, siempre les he preguntado si desean ser amados para siempre. La respuesta es unánime: Sí, deseo que me quieran con un amor que no termina. Pero cuando he planteado la pregunta al revés: Y tú, ¿quieres amar para toda la vida? he encontrado reticencias: Quiero que así sea. No sé si seré capaz. Voy a intentarlo con la ayuda de Dios”, y añade que “nos acercamos a Jesucristo porque él hace capaces a las personas humanas de amar como ama él, hasta la muerte, hasta dar la vida por el otro”.
Concluye la misiva semanal con una solicitud: “Pidamos por los novios para que su enamoramiento se convierta en verdadero amor duradero con la gracia de Cristo, que les haga felices para siempre”.