En las postrimerías del año, la parroquia de San Lorenzo acoge uno de los besamanos más esperados por los cordobeses. Y es que la Virgen de los Remedios, a la que se atribuye la capacidad de conceder una de las tres peticiones que le realice cada devoto que acude a ella, acudirá a su cita con la ciudad, como cada martes 13 en el templo fernandino, donde se forman largas colas para rendirle culto.
La piadosa tradición se remonta al costumbrismo de la capital y no siempre se desarrolló con la estética que ha llegado a la actualidad. Así, en los tiempos en que el párroco del real templo era Valeriano Orden, si bien la milagrosa imagen era situada en el altar mayor los devotos de la Virgen colocaban velas a sus pies. El número de personas que acudían era igualmente numeroso, por lo que los cirios que se disponían al pie del ara se contaban por cientos con el riesgo latente de que provocaran una desgracia. Es por ello que se decidió modificar un aspecto que, por entrañable y hermoso, no dejaba de suponer un peligro evidente tanto para la propia talla como para el conjunto de la iglesia.
Las últimas décadas no han visto decaer esta costumbre tan cordobesa, que además se caracteriza por su sentido espiritual y multitudinario. Muestra de ello es el cuidadoso montaje del besamanos que llevan a cabo los responsables de la hermandad del Remedio de Ánimas, con el fin de recrear un conjunto devocional en que la Virgen, sus devotos y el espacio sagrado que la envuelve se funden en la historia del barrio de San Lorenzo. Una feligresía, abierta a la ciudad, a la que acercarse este martes 13 de diciembre y solicitar a la Virgen de los Remedios tres peticiones, de las que concederá una.