El Domingo de Resurrección de 1925 no fue uno cualquiera. El paso Nuestro Padre Jesús de la Oración en el Huerto, tal y como deja constancia la crónica de la prensa local de la época, sufrió un incendio que afectó a los “adornos” que lucía el mismo. La prontitud en la reacción de los presentes fue decisiva para evitar males mayores.
La hermandad del Huerto ha experimentado diversas vicisitudes a lo largo de su historia. Así, desde la perspectiva actual de su día de salida, llama la atención que durante algunas décadas del pasado siglo, la corporación de San Francisco realizara su estación de penitencia, por ejemplo, el Martes Santo. Su participación en la procesión oficial del Santo Entierro es más conocida, si bien y tras formar parte del cortejo, el regreso a su templo tuvo lugar en ocasiones, el Domingo de Resurrección. La fotografía también muestra otro aspecto interesante, al contemplar al Señor con pelo natural. Esta cuestión invita a reafirmar, a primera vista, la tesis acerca de su gran similitud con la imagen de Nuestro Padre Jesús Caído, la cual ha sido analizada por diversos expertos en la materia y posee altas dosis de probabilidad.
La curiosidad histórica que nos ocupa afecta al Domingo de Resurrección de 1925. Gracias al documento aportado por el conocido cofrade e investigador, David S. Pinto Sáez, podemos tener la certeza de que este hecho llegó a suceder. La crónica publicada por el extinto Diario de Córdoba, así lo narra. “A la entrada en la calle de Torrijos las luces del paso de Nuestro Padre Jesús en el Huerto incendiaron los adornos de éste y gracias a la prontitud conque se acudió a extinguir el fuego, este no destruyó la imagen”. La narración es elocuente al vaticinar la grave pérdida que pudo suponer aquel hecho que quedó en incidente y, gracias a esa “prontitud”, Córdoba y su Semana Santa siguen hoy disfrutando de uno de sus más ricos tesoros patrimoniales y devocionales.