
Tras una parada para comer y descansar, la fila de romeros proseguía su camino hasta llegar a la aldea del Rocío, sobre las 20:15 horas. Una vez allí, se dirigieron hacia la ermita del Rocío para iniciar el tradicional rosario que la hermandad matriz de Almonte organiza para las hermandades filiales que peregrinan hasta la aldea. En este caso fueron Priego, Ayamonte, Macarena y Córdoba.
Finalizado el rosario, el cante y el baile tomaron el protagonismo y se pudo vivir una noche especialmente rociera. Con el simpecado presidiendo la capilla de la casa hermandad, las visitas se iban sucediendo en esa noche mágica, con cantes de sevillanas y compases de plegarias a la Blanca Paloma.
Al día siguiente, domingo, otra jornada madrugadora. Los hermanos de la hermandad del Rocío han vuelto a partir desde la casa hermandad, acompañado al simpecado hacia la ermita para celebrar su eucarística anual, el acto principal de la peregrinación. Allí, la eucaristía, presidida por el consiliario de la hermandad rociera, Tomás Pajuelo, junto al portavoz del cabildo catredalicio de Córdoba, José Juan Jiménez Güeto, ha estado acompañada de los cantos del coro de la hermandad de la Paz y Esperanza, también de la capital cordobesa.

Los sentidos vivas del hermano mayor de la corporación, Bernabé Jiménez, tras la salve, han servido de despedida ante la Virgen, después de siete años de mandato; ya que el próximo 12 de noviembre habrá elecciones en la hermandad del Rocío. De nuevo, la convivencia, el cante y el baile han vuelto a ser los protagonistas de la jornada del domingo. A las 16:00, el simpecado se ha guardado, para ser llevado hasta Córdoba, en un solemne acto que ha contado con la participación de todos los hermanos. Ahora, sólo queda esperar al siguiente encuentro rociero presidido por la hermandad del Rocío de Córdoba, la peregrinación Jóvenes por la Fe, los próximos 19 y 20 de noviembre.